Pues ella no tiene tus ojos,
no mantiene el tono cuando se enfada
y no,
no te quiero haciendo eso tampoco:
Que me enamoro y no debo.
Los besos llegan así,
como el amor en promesas,
como el recuerdo de tu nombre
en los silencios de tu ausencia
y el decir que todo es tuyo,
decir que todo es cierto:
aunque no lo sea.
Quiéreme y me deshago.
Ofréceme tu piel desnuda y me enamoro,
pero nada más. Nada más.
Despertarás un día
y me verás en la puerta:
no te quiero, no puedo.
Porque quererte,
amarte sin confundirte con quien no eres,
con quien ni pareces ni puedes:
ni yo se,
ni mi corazón quiere.
Aveces un instante se cuela en cada segundo de toda una vida.