El mismo campo que ayer reía,
hoy solloza;
El mismo sol que ayer brillaba
hoy está sin luz.
¿Qué ha cambiado
entre nosotros
en menos de
veinticuatro horas?
El tiempo siempre fue una constante
y la distancia algo a lo que resignarse;
pero mejor así que al revés, así que no fue eso.
¿Qué nos hemos hecho?
¿Fue mi adiós
sin hasta mañana ?
¿Tus buenas noches
sin estar tú en mi cama?
Quizás es por tus besos,
que besan más a otros que a mí;
quizás por mis llamadas,
que llaman a otras más que a ti.
O tal vez porque vemos
que nos queremos mejor desde lejos,
que al estar cerca apretamos
y nos hacemos daño sin pretenderlo.
Al echar agua en un vaso,
día tras día,
llega el momento en que desborda:
y moja, y si presiona mucho, rompe:
y el vaso deja de estar seco,
y deja de ser vaso por ser pedazos
y así, seguir igual día tras día,
hace inevitable el cambio.
¿Por qué no bebimos a tiempo?
¿por qué, esta vez,
no nos dio igual mojarnos?
¿Por qué hemos roto?
¿Qué nos ha pasado?
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