Me la juego a quererte. Como quien juega a la ruleta apostando tan sólo a su número de la suerte con una seguridad incierta. Y como todo juego de azar, no siempre toca, y no siempre me quieres después
de que apueste a que me vas a querer.
Y aún así...
de que apueste a que me vas a querer.
Y aún así...
La emoción del momento,
la ilusión del gran premio;
me compensa arruinarme mil veces
si a las mil y una me das otro beso.
Y si el gran premio es un polvo,
una noche sin frenos,
un te quiero un te amo
aunque sea por el momento,
¿cómo no jugar a quererte?
Si el premio final del que gana,
eres tú.
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