Esperé. Sin saber a quién, sin saber el qué y sin saber por qué esperé...
Con mirada aviesa, con ademán esquivo; con presencia inquieta y anormal respiro esperé...
¡Pero poco! No sabía a quién buscar, no me atraía esperar, y como no escuché que nadie dijera mi nombre, me fui nuevamente a bailar.
Y al cabo de poco rato, pensé: ¿serán enemigos viento y tiempo ? ¿Cómo puede ser que en tan breve tiempo deshice el camino que con el viento había hecho? Volví yo al mismo sitio de nuevo, pero esta vez no esperé. Como siguió sin sonar mi nombre solo me marché:
Sin saber sin quién, sin saber sin qué, sin saber por qué no me quiso ver ni por qué yo fui pero no esperé marché.
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