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18 dic 2012

La figura de la sala color blanco oscuro

Vive en una habitación extremadamente grande.
Desde el centro de la misma no se ven las paredes que la rodean. La sala, es de color blanco oscuro y alberga una cama de madera, una silla de dos patas, una nevera con alcohol y un saco de boxeo que tiene evidentes marcas de que alguien lo golpea con frecuencia. Eso es todo. Nada más hay en esa habitación de mobiliario, sin respiración. Alguien vive allí, si a eso se le puede llamar vida. Y no estoy diciendo que no lo sea, a muchos les podría la envidia. Es una figura que bien podría ser hombre o mujer, estatura media, apariencia estándar. Le hace distinto, aunque no tanto como el piensa, su pasado, su dolor. ¿Su vida? Una botella en la mano, una chica en la cama, descargas de adrenalina contra un saco que no pega, que recibe y calla. Le encanta sentarse en la silla de dos patas a beber. A menudo se cae, pero la bebida es lo que tiene. El no sabe que a su silla le faltan patas. Es una persona tímida. Tiene pocos amigos (así los llama), nadie que la conozca, muy pocas visitas. Pero muy pocas no es ninguna. A veces, alguien toca el timbre.

Siempre lo pillan bebiendo en su silla, o en el suelo, y su reacción siempre es la misma: ninguna. Son múltiples las personalidades que timbran pero siempre la misma escena con los visitantes: Una figura elegante, salida de la nada, los atiende en la puerta y ahí los despide. Todos se van contentos. Nadie pregunta más, ni quiere pasar a tomar algo. Bueno, casi nadie. Algunos vuelven antes de que se cierre la puerta, es lo que tiene abrirla, y detrás de ella ven al hombre con clase, a la mujer elegante difuminarse entorno a la figura que bebe en una silla de dos patas. Ven, de hecho, a una persona difuminándose en sí misma.

Eso es algo que no deben ver. El dueño de la habitación no puede permitirlo; menos mal que está entrenado para estos casos. Si es del sexo opuesto, se la tira. Si no, tal vez también. Después el alcohol se dispensa como si no existieran las cantidades y, al acabar el día, el osado invitado amanece en su casa sin recuerdos mientras que la figura de la sala color blanco oscuro bebe en su silla de dos patas, o en el suelo si se ha caído, con una sonrisa en la cara. Ella está bien sola. No necesita más nada.

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