Dulce locura

Dulce locura que relame mi cerebro,
pura droga que me es sana por momentos.
Una vez dentro fluye a cada parte de mi cuerpo,
a cada pensamiento,
y pudiéndola parar la dejo ser.
Que tome el control de una vida
que yo me cansé de intentar controlar,
que sea lo que tenga que ser.

¡Cuidado! Dicen que es contagiosa
y yo lo corroboro.
Por contacto, por aire, de vista y por intención.
Hay vacunas, por supuesto.
La amargura, el dolor, la sensatez, madurar,
ser feliz o estar cansado. La locura mas pura
requiere energías. Pero nada es eternamente
efectivo contra la locura, ésta lo diluye todo
y es capaz de esconderse en cualquier sitio
hasta el momento indicado.
Por eso la gente la teme,
busca recluirla y aunque a menudo lo consiguen,
es imposible hacerlo por siempre.
No hay cárcel que pueda encerrar lo impalpable
y metafórico de un sentimiento,
de una idea que se extiende infectando todo a su paso
bajo una duda razonable:
¿Y qué si la realidad es otra?